Los símbolos olímpicos son un conjunto de emblemas, iconos y tradiciones que representan los valores y la historia de los Juegos Olímpicos modernos.
Citius, Altius, Fortius es el lema olímpico original en latín, que significa "más rápido, más alto, más fuerte". Fue propuesto por Pierre de Coubertin al crear el Comité Olímpico Internacional. Lo tomó prestado de su amigo y sacerdote Henri Didon, un entusiasta del atletismo. El lema se introdujo en 1924, durante los Juegos Olímpicos de París. En 2023, el COI aprobó la adición de la palabra "juntos" al lema. Se agregó al final, después de un guion, y ahora se lee "Citius, Altius, Fortius - Communiter", que se traduce como "Más rápido, más alto, más fuerte - Juntos".
Los anillos olímpicos son uno de los símbolos más importantes de los Juegos. El emblema consta de cinco anillos entrelazados de color azul, amarillo, negro, verde y rojo, sobre un fondo blanco. Fue creado en 1913 por Coubertin, quien pretendía que los anillos representaran a los cinco continentes habitados: África, América, Asia, Europa y Oceanía. Transformado en bandera, se utilizó oficialmente por primera vez en los Juegos de Amberes de 1920. Los colores, junto con el fondo blanco, representaban a las banderas de cada país competidor en ese momento. En la edición de agosto de 1913 de la revista Olympique, Coubertin declaró lo siguiente:
"Los seis colores combinados de esta manera reproducen los colores de todos los países sin excepción. Se incluyen el azul y amarillo de Suecia, el azul y blanco de Grecia, las banderas tricolores de Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Italia y Hungría, y el amarillo y rojo de España, así como las innovadoras banderas de Brasil y Australia, y las del antiguo Japón y la China moderna. Este es, verdaderamente, un emblema internacional."
En un artículo publicado en 1992, en la revista oficial del COI, Olympic Revue, se explica que la idea de los anillos entrelazados se le ocurrió a Coubertin cuando estaba a cargo de la Unión de Sociedades Deportivas Atléticas Francesas. Esta organización fue fundada por la unión de dos asociaciones deportivas francesas, y hasta 1925 representó al Comité Olímpico Internacional en Francia. El emblema de la unión eran dos anillos entrelazados, similares a la forma matemática llamada vesica piscis.
Actualmente, el Comité Olímpico Internacional asegura que el símbolo refuerza la idea de que el Movimiento Olímpico es internacional y da la bienvenida a todos los países del mundo a unirse.
La llama olímpica es un símbolo de continuidad entre los Juegos antiguos y los modernos. Se enciende en Olimpia varios meses antes de los Juegos. La idea de la llama deriva de las antiguas ceremonias griegas, en las que se mantenía encendido un fuego sagrado durante toda la celebración de los Juegos Olímpicos antiguos, en el altar del santuario de Hestia.
En la mitología griega, el fuego tenía connotaciones divinas. Cuando Zeus era honrado con los Juegos se encendían fuegos adicionales en su templo y en el de su esposa Hera.
La primera vez que una llama simbólica hizo su aparición fue durante los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928. Se colocó en un gran cuenco en la parte superior de una torre llamada "la Torre del Maratón". El propósito principal de este fuego era indicar, a kilómetros a la redonda, que Ámsterdam era donde se celebraban los Juegos Olímpicos. La llama olímpica moderna se enciende cada dos años frente a las ruinas del templo de Hera. Sin embargo, no fue hasta los Juegos de Berlín en 1936 que se inició la tradición de encender el fuego en Olimpia y llevarlo hasta el pebetero de la ciudad donde se realizan los Juegos. Este fuego se mantiene encendido durante todos los Juegos y se apaga en la ceremonia de clausura.
El Himno Olímpico es una composición creada por el compositor de ópera Spyridon Samaras y el poeta griego Kostis Palamas. Ambos fueron elegidos por Demetrius Vikelas, el primer presidente del COI. Se interpretó por primera vez en la ceremonia de apertura de 1896, y en los años siguientes, cada nación anfitriona encargó a varios músicos la composición de un himno olímpico específico para su propia edición de los Juegos. Finalmente, fue declarado Himno Olímpico oficial en la 54ª sesión del COI, llevada a cabo en Tokio en 1958. Luego, el himno se interpretó en inglés en los Juegos de Invierno de 1960 y, desde entonces, se ha tocado en cada ceremonia de apertura y clausura, cuando se iza y se baja la bandera olímpica.
Oh, Espíritu Antiguo inmortal, padre puro
de lo bello, lo grande y lo verdadero,
desciende, aparece y brilla aquí
para la gloria de tu propia tierra y cielo.
Al correr, al luchar y al lanzar,
brilla en el ímpetu de las competencias nobles,
y corona con la rama inmarcesible,
y haz que el cuerpo sea digno y férreo.
Llanuras, montañas y mares brillan contigo
como un gran templo blanco purpúreo.
Y tu peregrino corre hacia este templo,
Oh, Espíritu Antiguo inmortal, de todos los pueblos
Además de estos emblemas más conocidos, existen otros símbolos olímpicos menos populares y que en su mayoría han caído en desuso.
El Credo Olímpico es una frase que encapsula el espíritu de los Juegos, subrayando la importancia de participar con dedicación y esfuerzo, más allá de la victoria o la derrota. En lugar de centrarse únicamente en el resultado final, el Credo hace hincapié en la perseverancia y el esfuerzo personal. Inspirado por un sermón del obispo Ethelbert Talbot en 1908 y adoptado por el barón Pierre de Coubertin, el Credo reza:
"Lo más importante en los Juegos Olímpicos no es ganar, sino participar; lo esencial en la vida no es conquistar, sino luchar bien."
El Kotinos es una corona formada por una rama de olivo entrelazada en forma de círculo o herradura. Fue introducido por Heracles como premio para el ganador de una carrera en honor a su padre, Zeus. Las coronas de olivo formaron parte de la iconografía de la fundación de los Juegos Olímpicos modernos en 1896, estableciendo un vínculo con los antiguos Juegos. En los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, se entregaron coronas de olivo a los ganadores en honor a la antigua tradición, y también se utilizó este símbolo como emblema oficial de la competencia.
El Saludo Olimpico es una variante del saludo romano, en el que el brazo y la mano derechos se estiran y apuntan hacia arriba, con la palma hacia abajo. Sin embargo, a diferencia del saludo romano, el brazo se levanta más alto y en un ángulo hacia la derecha desde el hombro. Este saludo fue visible en los carteles oficiales de los Juegos de 1924 y de Berlín 1936. Dejó de utilizarse después de la Segunda Guerra Mundial debido a su similitud con el saludo nazi. La última vez que se usó fue en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1948, por el equipo francés durante la ceremonia de apertura.
