Los juegos de Olimpia eran los más importantes de la Grecia antigua. Se celebraban entre julio y agosto cada cuatro años. La competencia se daba en la zona noroeste del Peloponeso, en la región de Élide. La ciudad se encontraba en un valle formado por el río Alfeo, a los pies del monte Cronion. Allí estaba el templo más relevante ofrecido al dios Zeus.
Existen varios mitos importantes en relación al origen de los Juegos Olímpicos, el primero tiene que ver con Zeus y la guerra con su padre Crono. El titán era el gobernante del universo, luego de derrocar a su padre Urano. Según las profecías, uno de sus hijos sería el encargado de destronarlo. Para evitar este destino, Crono decide comerse a sus hijos al nacer. Rea, madre de Zeus, engaña a su esposo, y esconde a su hijo en una cueva, en la isla de Creta. Al alcanzar la madurez, Zeus, decidió enfrentar a su padre y liberar a sus hermanos. Hizo que Crono bebiera una poción que lo obligaba a vomitar a sus hermanos: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Así empezó una guerra contra los titanes conocida como la Titanomaquia. Después de la batalla, los titanes fueron confinados en la prisión del inframundo, el Tártaro. Entonces para celebrar la victoria y la nueva era de los dioses, Zeus instituyó los Juegos en Olimpia.
Otro mito cuenta la historia de Pelops, príncipe de Frigia, que deseaba casarse con Hipodamia, hija del rey Oenomaus de Pisa, en la región de la Élide. Un oráculo le advirtió al rey que sería asesinado por el esposo de su hija. Por eso, desafiaba a los pretendientes a una carrera de carros en la que, si perdían, serían ejecutados. Ninguno de los pretendientes había sobrevivido, ya que Oenomaus era ayudado por los caballos divinos que le regaló el dios Ares. Pelops recibió de Poseidón un carro tirado por caballos alados y también sobornó a Myrtilus, el auriga de Oenomaus, prometiéndole la mitad del reino. Entonces Myrtilus saboteó el carro del rey, quien murió durante la carrera al desprenderse las ruedas. Finalmente, Pelops ganó, se casó con Hipodamia y se convirtió en el rey de Pisa. Pelops fundó los Juegos Olímpicos como celebración de su victoria, su matrimonio y un modo de honrar y reconciliarse con los dioses, ya que había utilizado el engaño y la traición para ganar.
Otras historias tiene que ver con que Heracles, el semidiós, simplemente instauró los Juegos en Olimpia en honor a Zeus. Existe también el relato del geógrafo Pausanias, donde uno de los Dáctilos, seres mitológicos descritos como espíritus o daimones, llamado Heracles Ideo, propuso a sus hermanos una carrera hasta Olimpia para entretener al recién nacido Zeus. El vencedor sería premiado con una corona de olivo silvestre y estableció que se celebrasen eventos deportivos cada cuatro años, puesto que ese era el número de hermanos.
En cuanto a su inicio se establece el año 776 AC como los primeros juegos, donde solo se realizó la carrera del estadio, cuyo vencedor fue Corebo de Élide. Esta fecha se basa en una lista de vencedores de los juegos recopilada a finales del siglo V AC. Sin embargo, un pasaje de Eusebio de Cesarea indica que no se conservaron los nombres de los ganadores de las primeras veintisiete ediciones, lo que dejaría el año 884 AC como inicio.
Los juegos no solo tenían una gran importancia religiosa, sino que eran la forma de relacionarse socialmente entre estados griegos. Toda actividad oficial quedaba suspendida, atendiendo únicamente los asuntos de extrema urgencia. De a poco creció la participación de las colonias griegas dispersas por las costas del Mediterráneo, por lo que se constituyeron como símbolo de hermandad e integración del mundo panhelénico.
Al volverse una celebración cada vez más importante, la organización también se fue complejizando. La dirección técnica de los Juegos y la administración económica estaban a cargo de la Boulé de Olimpia, una asamblea de ciudadanos encargados de los asuntos de la ciudad, una especie de senado. Por otro lado, estaban los helanódicas, que eran los jueces de los juegos y estaban encargados de seleccionar a los mejores participantes, supervisar los entrenamientos, inspeccionar las instalaciones, dirigir las pruebas y condecorar a los ganadores. El costado religioso y sagrado estaba a cargo de los theócolos, sacerdotes que supervisaban los templos y organizaban los ritos.
Los participantes debían ser hombres griegos y en condición libre, esto excluía a los esclavos, extranjeros o aquellos que habían incumplido la ley. Las mujeres casadas o viudas tenían prohibida la asistencia a los juegos, y según Pausanias, las doncellas sí tenían permitido asistir. La sacerdotisa Demeter no solo podía asistir, sino que ocupaba un lugar honorifico. También se registran victorias de mujeres en las carreras de carros, pero esto se debe a que en la prueba se premiaba al propietario, no al participante.
En las competiciones más antiguas los participantes usaban un taparrabos, hasta que en el siglo V AC, pasaron a competir desnudos. Esto impedía la participación femenina encubierta, siendo también una señal de igualdad y honestidad. Los griegos tenían un profundo aprecio por la estética y la belleza del cuerpo humano, especialmente el masculino. Competir desnudo era una forma de honrar la perfección física y la divinidad del cuerpo.
Un año antes del inicio de la competencia, los atletas se entrenaban en sus propias polis. El último mes debían pasarlo en el gimnasio de la ciudad de Elis, bajo la supervisión de los jueces. También era su deber jurar cumplir con el reglamento, ritual que se hacía en el altar de Zeus.
Los competidores, en las pruebas de pugilato o lucha, tenían prohibido dar muerte, voluntaria o involuntaria, al adversario. También se prohibía empujar al contrario en las carreras. Recurrir a cualquier otro medio ilícito, como intimidar o sobornar al contrario, o intentar sobornar a los jueces, tenía graves consecuencias.
Las pruebas eran llamadas agones y se dividían, según sus características, en atléticos, luctatorios, hípicos y artísticos. Tambien estaba el pentatlón que combinaba cinco actividades, por lo que se decía que los atletas, participantes de esta disciplina, estaban mejor balanceados.
Los agones atléticos que otorgaban premios individuales eran las carreras. La principal y más antigua era la de velocidad, donde recorrían una distancia de un estadio, 192,27 metros. Más tarde se incorporó el diaulo, que era una carrera de velocidad pero de ida y vuelta. El dólico, era una carrera de larga distancia, La exactitud en cuanto a la distancia variaba en diferentes ediciones, pero se estima que podría haber sido de 20 a 24 estadios, de tres a cuatro kilómetros. También se corría el hoplitódromo, una carrera con armamento, que servía como preparación para la guerra. Corrían 384 metros armados al principio con escudo, casco y grebas, posteriormente solo con escudo.
Había otros agones atléticos que no entregaban premios de manera individual, sino que eran parte del pentatlón. Salto en longitud, Lanzamiento de disco y Lanzamiento de jabalina. En ambos lanzamientos se valoraba la distancia. El disco más pesado que se encontró es de 6,6 kilos y 33 centímetros de diámetro. La jabalina tenía aproximadamente la altura del lanzador y el grosor de un dedo.
Los agones luctatorios constaban de lucha, pugilato y pancracio. Para la lucha, el objetivo era derribar al adversario mediante agarres, y estaban permitidas llaves dirigidas al cuello, el torso o los brazos. En el pugilato se golpeaba al adversario únicamente con los puños. Y finalmente en el pancracio, similar a las artes marciales mixtas actuales, había que vencer al rival pudiendolo golpear en cualquier parte del cuerpo y eran válidas cualquier tipo de luxaciones. También tenian acciones prohibídas, como metér los dedos en los ojos del adversario.
Los agones hípicos se celebraban en el hipódromo de Olimpia y constaba de carreras de carros, en dos categorías biga, tirada por dos caballos, y cuadrigas, tirada por cuatro. También había otra modalidad, el kalpe, donde el auriga se bajaba del carro en la última vuelta y corría a pie hasta la meta. Y también había carrera sin carro, solo con jinetes.
El pentatlón constaba de salto de longitud, carrera, lanzamiento de disco, jabalina y lucha. Y finalmente los agones artísticos donde había concursos de heraldos, de trompeteros, y más tarde, se agregaron competiciones musicales, de cantores y de actores.
El programa de los Juegos duraba varios días. En vísperas del inicio jueces, atletas y entrenadores salían de Elis y se dirigían hasta el altar de Zeus en Olimpia, donde hacían el juramento. El primer día de festival se hacían los sacrificios y rituales en honor de Zeus. El segundo día empezaban los eventos competitivos para niños, carrera, pugilato y lucha. El tercer y cuarto día estaba destinado a las carreras de adultos, estadio, diaulo y dólico, a la lucha, el pugilato y el pancracio. Por la tarde del cuarto día se desarrollaba la carrera con armas. El quinto día se daba el pentatlón y en el hipódromo las actividades ecuestres. El sexto día se corrían las carreras de carros tirados por caballos. El séptimo día era el cierre de los juegos, se realizaba una procesión, un banquete para los vencedores y la entrega de premios.
Los ganadores de las distintas pruebas eran aclamados por el público, pero la ceremonia de entrega de premios se realizaba en el templo de Zeus. Allí los heraldos proclamaban el nombre, el lugar de nacimiento, el linaje y la prueba en que participo. Se le colocaba una cinta de lana en la cabeza, se le entregaba una rama de palma y finalmente una corona de olivo. Los nombres de los vencedores pasaban a un registro oficial, también se les permitía dedicar una estatua con su imagen como conmemoración de su victoria. Al regresar a sus polis, los ganadores eran recibidos como héroes, poetas y oradores narraban sus hazañas, y en algunas ciudades recibían recompensas monetarias.
De a poco, los Juegos se fueron opacando. La invasión romana primero y el ingreso de las tribus germanas después llevaron a la pérdida de autonomía política de Grecia. El ingreso del cristianismo deshizo paulatinamente la cultura del mundo panhelénico. Al mismo tiempo, aumentó el profesionalismo, que derivaba en mayor brutalidad y corrupción para la obtención de triunfos. Toda esta situación le sacó el prestigio que tenía Olimpia. Finalmente, en el año 392, el emperador Teodosio I prohibió los ritos paganos. Entre el 395 y el 396, hordas godas invadieron y saquearon Olimpia, y en el 408 se decretó la destrucción de los templos y lugares dedicados a dioses paganos. En 426, los templos y otros edificios de Olimpia fueron incendiados.
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