sábado, 10 de agosto de 2024

Los Juegos Nemeos



Las ceremonias y competencias se realizaban en la Argólide, una zona periférica de Grecia, localizada al este del Peloponeso. La sede del santuario de Zeus, ubicada en Nemea, era la anfitriona.

Los juegos se celebraban en el segundo y cuarto año de cada olimpiada, entre los meses de julio y agosto. Después de la irrupción del imperio romano, los investigadores hablan de unos Juegos Nemeos de invierno, que no se sabe si se alternaban con los tradicionales.

Existen dos mitos de cómo se iniciaron los juegos. El primero tiene que ver con la muerte prematura de Ofeltes, rebautizado póstumamente como Arquémoro. Al nacer, su padre Licurgo, rey de Nemea, consultó al oráculo de Delfos cómo asegurar la salud y felicidad de su hijo. La respuesta fue que el niño no debía tocar el suelo hasta haber aprendido a andar. Un día su niñera, Hipsípila, caminaba con él bebe en brazos, y se encontró con el ejercito que se dirigía al asedio de Tebas. Ellos le preguntaron por una fuente de agua, e Hipsípila dejó a Ofeltes en el suelo y los guio hacia un manantial. Al regresar, descubrieron que el pequeño fue estrangulado por una serpiente, y tras darle muerte, los generales decidieron celebrar los juegos.

El segundo mito, es el que cuenta la historia de Heracles y la primera de las doce pruebas impuestas por Hera. El semidiós debía matar al león, que estaba aterrorizando los alrededores de Nemea, y cuya piel era tan gruesa que resultaba impenetrable. En el primer intento, Heracles, utilizo arco y flechas, un garrote hecho de un olivo, que él mismo había arrancado de la tierra, y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. Finalmente encerró al animal en una cueva, donde hubo de matarlo estrangulándolo con sus brazos. En conmemoración a esta hazaña fue que se instauraron los juegos en honor a Zeus, padre de Heracles.


Los juegos fueron fundados en el 1251 a. C., y se trataba de unos juegos fúnebres, donde los jueces iban vestidos de luto. Para el 573 a.C. se reorganizaron de manera definitiva, adquiriendo el carácter de panhelénico. Tanto era la importancia de estos juegos que en la época helenística llego a albergar hasta cuarenta mil espectadores. A partir del siglo i a. C. se le permitió la participación a las mujeres. Un pasaje de Plutarco menciona que, para finales del siglo III a.C, había una competición de canto acompañado de cítara.

El programa de los juegos contaba con pruebas hípicas,​ competiciones atléticas como carreras a pie,​ de las cuales la más importante era la de cuatro estadios, el pentatlón,​ pancracio, pugilato y​ lucha. También había concursos artísticos. Los participantes se distribuían en tres categorías de acuerdo con su edad, niños, jóvenes y adultos.

Los vencedores recibían coronas de apio fresco, la planta de la que estaba confeccionado el lecho en el que Hipsípila depositó a Ofeltes según el mito.

Las ceremonias y competencias se realizaban en la Argólide, una zona periférica de Grecia, localizada al este del Peloponeso. La sede del santuario de Zeus, ubicada en Nemea, era la anfitriona.

Los juegos se celebraban en el segundo y cuartro de cada olimpiada, entre los meses de julio y agosto. Después de la irrupción del imperio romano, los investigadores hablan de unos Juegos Nemeos de invierno, que no se sabe si se alternaban con los tradicionales.

Existen dos mitos de cómo se iniciaron los juegos. El primero tiene que ver con la muerte prematura de Ofeltes, rebautizado póstumamente como Arquémoro. Al nacer, su padre Licurgo, rey de Nemea, consultó al oráculo de Delfos cómo asegurar la salud y felicidad de su hijo. La respuesta fue que el niño no debía tocar el suelo hasta haber aprendido a andar. Un día su niñera, Hipsípila, caminaba con él bebe en brazos, y se encontró con el ejercito que se dirigía al asedio de Tebas. Ellos le preguntaron por una fuente de agua, e Hipsípila dejó a Ofeltes en el suelo y los guio hacia un manantial. Al regresar, descubrieron que el pequeño fue estrangulado por una serpiente, y tras darle muerte, los generales decidieron celebrar los juegos.

El segundo mito, es el que cuenta la historia de Heracles y la primera de las doce pruebas impuestas por Hera. El semidiós debía matar al león, que estaba aterrorizando los alrededores de Nemea, y cuya piel era tan gruesa que resultaba impenetrable. En el primer intento, Heracles, utilizo arco y flechas, un garrote hecho de un olivo, que él mismo había arrancado de la tierra, y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. Finalmente encerró al animal en una cueva, donde hubo de matarlo estrangulándolo con sus brazos. En conmemoración a esta hazaña fue que se instauraron los juegos en honor a Zeus, padre de Heracles.

Los juegos fueron fundados en el 1251 a. C., y se trataba de unos juegos fúnebres, donde los jueces iban vestidos de luto. Para el 573 a.C. se reorganizaron de manera definitiva, adquiriendo el carácter de panhelénico. Tanto era la importancia de estos juegos que en la época helenística llego a albergar hasta cuarenta mil espectadores. A partir del siglo i a. C. se le permitió la participación a las mujeres. Un pasaje de Plutarco menciona que, para finales del siglo III a.C, había una competición de canto acompañado de cítara.

El programa de los juegos contaba con pruebas hípicas,​ competiciones atléticas como carreras a pie,​ de las cuales la más importante era la de cuatro estadios, el pentatlón,​ pancracio, pugilato y​ lucha. También había concursos artísticos. Los participantes se distribuían en tres categorías de acuerdo con su edad, niños, jóvenes y adultos.

Los vencedores recibían coronas de apio fresco, la planta de la que estaba confeccionado el lecho en el que Hipsípila depositó a Ofeltes según el mito.




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